El pintor
En su cuarto un inquilino
bien sumido en la tristeza,
hombre humilde de nobleza
buena casta, de buen tino.
Que embriagándose con vino
aunque el pecho le taladre,
recordando a su buen padre
se maldice mientras tanto,
silencioso ahogado en llanto
se acordaba de su madre.
Dando vueltas su cabeza
moribundo ante el destino,
maldiciendo al Dios divino
¡Éra! Su mayor torpeza.
Con gran furia y malcriadeza
su botella, la rompiò
más sus venas, él se abrió
sollozante y se lamenta,
de una manera muy cruenta
a su madre la pintó.
Y tocándose la cara
Pa' sus lágrimas enjugar,
más no pudo así evitar
que su sangre se mezclara.
Balbuceando con voz rara
y entre gritos de dolor,
todo un cuadro de terror
mientras lento se moría,
en un lienzo plasmaría
a su madre aquel pintor.
De la cara hasta sus pies
de un rojo del más intenso,
por aquel dolor inmenso
por su madre, en ésta vez.
Quien quería tener después
de morirse desangrado,
para estar justo a su lado
murmuraba en baja voz,
al pedir perdón a Dios,
compasión, por su pecado.
Tan brillante como el Sol,
una luz fue apareciendo,
como bruma iba cubriendo
ésa tarde de arrebol.
Cual si fuese un caracol,
presentí el alzar su vuelo
que hasta el pueblo desde el suelo
en silencio y mucha calma
júran, que vieron su alma
desprendiéndose hacia el cielo.
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